De tu piel a mi piel,
cuánta eternidad,
entrelazando
este temblor invocado;
aproximándome,
embobada,
hasta el reguero de intenciones
que me vuelve tu propósito…
Me das sed
y bebo de tus ojos,
mientras la noche se empapa
de todos mis suspiros,
porque hace falta que tú respires
para que brille el agua de los sueños
y brote un nuevo mundo…
Ebria del deseo más puro,
en medio de tu alma,
en medio de tus labios,
creo el ramal
que conecta todas mis zonas a tu apetito
y te dejo contemplar la intacta sensación boreal,
desangrándose
en el esplendor del lecho compartido…
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