Asidua a condenarme
a tu secuestro,
me abstraigo de toda escapatoria
y, aunque sabes
que me ocupas,
lo ignoras
y, aunque sabe a locura este espacio,
lo apruebo…
Desaparezco en el bosque,
donde tus acuosas luciérnagas
voltean mis puentes
y se hincha el silencio
de voces invisibles
con el eco de un planeta en fuga,
tomando el color
que define tu mero toque,
como una ordenanza de mi lengua
toda tuya…
No hay comentarios:
Publicar un comentario