La pulcritud anida en tus ojos;
el alocado sueño del alma,
que al volverse una espiral atrapa
el arrebato de todos mis silencios…
Proliferan como nunca antes
los puentes etéreos
y soy testigo del plenilunio orquestal
que carga tu esencia;
del alumbramiento de la rosa
y su color sublime;
la primavera y su rumor emocional,
volviendo la ilusión inconfundible…
Te convoco, cercanía;
a tu evasivo carnaval de tibieza,
mientras me llueven las sonrisas
al cruzarnos mirada y lengua…
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