Cabalgo las distancias,
como barreras invisibles,
evaporándolas
en un abrir y cerrar de silencios,
para entonar el canto del viento
e ir a besarte el alma…
La brecha que nos une
difiere del tiempo y espacio;
repiquetea al unísono
el paralelo embriagado del sutil movimiento
que hace tiritar en tu boca la magia,
cuando la lengua ya no halla otro idioma
ni acento para fluir…
Como un copo de luz en el abismo,
adoro prenderme a tus labios
y estallar, por fin,
cuando sujetas el fuego invariable del infinito
y sientes cómo recorro la energía, a ciegas,
descifrando el código mineral
que nos transita dentro…
Somos la misma tempestad,
lloviéndonos por todas partes
un coro de pájaros soñando el sol,
avistando sus lagos espirituales…
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