Se desprenden de mi boca
los diluvios divinos que te abrazan
y me revelo a tus ojos…
¿Puedes oír la luz del alma,
ideando, entre mis dedos,
el verso puro que insiste en provocarte
y verte emigrar al otro lado del silencio?
Te escribo sin filtros;
a corazón abierto,
después de conocer lo que es asirse
al versátil movimiento de los sueños;
ser vapor en sus cicatrices…
¿Sientes enmudecerse el aire,
mientras sujeto con fuerza cada palabra
que quiere ser portal y numen?
Cuéntame,
que desespero,
lo que te dice este instante;
la lectura entre líneas;
lo que asumes…
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