Enmudecen las formas,
mientras tus dedos van tallando
la madera zigzagueante que me comprende;
como trapecistas que se arrojan
al vaivén del silencio,
queriendo apoderarse de su inmensidad devota;
encerrando las palabras
en un remolino que hipnotiza la voluntad
y ahonda en los gestos espontáneos…
A cuadros se queda mi aliento
cuando la previsión descubre la caída;
lo imprevisible de tu tacto…
Se marchan a un lugar distante
las sobras de una espera clandestina
y el extravío se vuelve ofrecimiento,
dejando tres ángulos engarzados
al rostro del equilibrio…
Sonrío
y un suspiro sin final anestesia la pregunta
y anuncia las semillas de una verdad
que escarba y halla las emisiones estelares,
pulsando, sin parar, mi poesía…
Permanecen en el aire las respuestas,
mientras eclosiona la nueva melodía
y gira la línea que se recrea
donde germinan las aguas de la noche,
alimentando al sónico organismo
que hace flotar mi alma y corazón;
contar historias coloreadas
con la serenidad genuina que sobrecoge toda razón…
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