Consuelo al mismo sol,
tras comprobar
que el ardiente resplandor que emanas
brilla tanto, que al nacerte la voz
se arriman todas las aves y flores del universo…
Y sorprendo a la noche,
queriendo asomarse a tu dulce misterio;
adhiriendo, a su compás de plata…
A la atención de tus ojos,
el océano anuncia rugir más alto
y desacatan las aguas su misión imposible,
ya residen en la avidez de tus embates …
La vehemencia adora tu silencio
y se pinta el éter, de sus cristales,
jadeando energías;
premonitoria resulta su melodía
e ignoras su alcance proyectivo,
me tienes atada a tus vaivenes,
mientras le arranco pétalos al infinito…
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