Por la curva pronunciada del silencio,
llegas mordiendo las profundidades
que te revelan a mis ojos,
como la voz secreta que invade,
con su velocidad,
cada tramo a punto de nacer…
Me alcanza lo impalpable,
esa cima que me transmite la feroz inclinación del sueño;
su reflejo vertical que me absorbe la carne,
mientras floto sobre la dimensión pasajera…
Viajo hasta que lo inefable hace nido
en la rotación gemela que represento;
donde la luz comiendo estrellas
expide la ciudad dormida
y navegan a su encuentro,
las almas sedientas de lo que confía la noche;
espíritus salvajes, bebiendo esencias…
Y reverencio el instante que me recrea;
transparento
en el canto subliminal de las vibraciones
que alcanzan y nutren la palabra original,
su descubrimiento…
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