Resbalas, temerario,
el atardecer,
dejando que sea la voz excelsa de la noche
la que te reconozca en su brillo,
mientras me ardes en la piel
y un ágil centelleo desnuda la vibración
que me arrastra a la corriente circular del infinito…
Me gravitas la sien
y adhiero a la virtud de cosechar suspiros;
enredar mi ser a la libertad de los sueños…
¿Qué hay detrás de estos colores;
de la curva evaporada del silencio?
Azorada la sombra, enmascara su lamento
y ésos, tus pájaros azules,
abren, para mí, el cielo interminable,
cuyas mañanas reparten
los mapas intrépidos que nos irrumpen…
Bello poema con el arte que te caracteriza: dicente, profundo, sensible. Un gusto leerte.
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