Diestro en dar
con la combinación perfecta
para el enganche a tu fuego dialéctico,
no resisto la tentación
de consumirme tus paisajes
y volverlos a prender
con mi lengua…
Te expones,
geodésico,
en el sentido del agua,
dejándote caer por mi costado
con los minerales
que acaban, arreando
un cúmulo de insumisiones…
Aún en diluvio de silencios,
te dejas advertir,
internándote
hacia lo más hondo de la premisa
que va cavando las paredes
por un nuevo hallazgo…
La tercera noche te apetece,
como mi biografía corporal,
completando el traspaso
del umbral de la mente;
dos discos,
enhebrando sus sagradas melodías,
como inhalaciones de la vernal amapola…
Sensaciones que se proyectan
a través de las partículas,
en un trance
de invencible envolvencia,
cuya convocatoria
sensibiliza cada parte
hasta tocarte la esencia…
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