Capturada por la óptica
de una temeridad persuasiva
que desarrolla, en mi mente,
su ventaja más valiosa,
la sucesión de acontecimientos
convierte la ambición
en atalaya,
confiscando toda noción casuística,
mientras se dispersa,
como el agua,
cultivando las rarezas
conocedoras de tu debilidad…
Me disipo en el iris irrefutable
que nos hace tal para cual,
manchándome de tu tinta,
amarrada a ese vuelo preliminar
que se sabe
seguro de su conquista…
Concisa y precisa,
caigo en tu impresión,
cuando sucumbe el supuesto
y, al toque, me deshago,
porque es, al lado tuyo,
lo virtuoso que me alcanza;
la luz de la condenación
de serlo…
Confluyo con los estados
que me llevan al lugar y tiempo,
donde se desata
una acción en común
en un territorio reservado,
encarnando
lo no descubierto, aún…
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