Vestida de disimulo,
despierta la masa intuitiva,
sacando del olvido
lo que concluyo
se trata de un ritual genético
en el que, movimiento y pausa,
se asemejan a lo pensado…
Me implicas en el diseño
que domina el peligro,
permitiéndote
elevarlo;
desenvainar los tejidos ancestrales,
dejándolo abalanzarse
sobre lo imprevisto,
donde balanceo el volumen universal de las aguas,
alentando, asimismo,
suceder,
mientras me dejas conjeturar
la santa distorsión que se escapa
de lo que se alcanza a ver;
del fácil rubor que se desnuda,
apenas,
de su atuendo de pureza…
Cuánta luz,
puliendo la dimensión etérea;
baboseando la excitación de los átomos;
ahuecando el espacio que lleva
a prepararlo todo
para que, de algún modo, floten
las moléculas danzantes;
permear la deriva
de una magia amplificada,
escarbando el escondite de la sombra
y, a través de la sensibilidad,
trenzarme a tu golpe de fascinación,
arsenal de lava cósmica
donde ajusto los términos
que permiten la transmutación…
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