Tiento, apenas, tu silencio
y la luz se desata,
esparciéndose,
como vapor de amaranto,
nutriendo los territorios del vértigo;
encegueciendo la nula composición
que merodea mi lengua…
Eres un pájaro blanco
que desdibuja los suelos de la sombra,
mientras eleva la vibración del alma…
Acaso una alfombra de estrellas
que me lleva al infinito
o una levedad que ampara el rubor axial de mi canto,
otorgándome el poder de disolverme en tu delirio…
Tiembla el universo;
su cósmico vitral me clava su coloración
y percibo el mosaico de los siglos;
su representación trascendente
me hace mover los pedazos,
atrapando la influencia de tus iris,
siempre lozanos…
En un plano imposible, vislumbro tu silueta,
transparentando el reflejo de mi propio corolario…
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