martes, 21 de julio de 2020

Oniria

Cierro el silencio
y un relámpago me arrima a la cuerda
que mueve lo imposible;
giro la llave
y una lírica sin límites
me adentra en los paraísos del alma…

Un gorjeo vítreo me suspende
sobre la arboleda de una noche fotocromática,
como un prisma que atraviesa mi llama blanca,
amplificándola;
haciéndome paladear los abanicos fractales
que palpan el resplandor de los sueños,
poco antes de calzarlos a mi saliva
con sus auras angélicas…

Mis ojos, llenos de luciérnagas,
cuentan del suspiro redondo
que sube hasta el cenit de tu tacto;
ondulándose en sí mismo,
marcándome la dirección de lo arcano…

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