Tu lengua pule todos mis vocablos;
cada noche, en su retorno, moldea ciudades comunes,
espoleando el estado puro del silencio,
fundiendo tus puertos a mis fuentes aurorales,
como un conjuro en clave de luz;
apetecida magnitud de estelas y mares…
Al son de los colores suaves,
vas cultivando mis brotes
de brumas o chispas;
me hace acceder a tus rincones
llenos de pistas,
merodeando la interlinea
que pare un pentáculo de oro…
Floto en la autentica simetría del cosmos
y las reacciones nos incendian la cordura;
flamean masivas,
desentrañando la auténtica canción de libertad…
Me haces gozar del ring y del tac
que confabulan, en favor de oírnos;
surcar un nuevo amanecer;
hacer que fluya
a través de un tsunami de suspiros…
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