Al caer, intempestiva, lloviéndote,
puedo sonar en cada célula;
encajar mi frecuencia en tus parajes;
decodificar los pulsos indelebles
que hacen que te descubra
en las nubes que cruzan la tarde…
Morador de mi aire,
aerosol tan puro
que me inocula todo su oxígeno;
tus insinuaciones reverberan
detrás de una densidad reveladora,
psicoscopia del suspiro…
Reconecto con mi alma;
me recupero del tiempo
y entierro lo que fui, para abrirme, contigo,
al ahora que, intuyo, me remonta,
perecedero…
Diseñadora de lo sutil,
onda sonora,
te abarco y arrastro los climas
que arrebatan la succión sensorial…
Cazadora de tu dial,
me muevo en onda corta,
suicida,
perturbadora,
me despojo de mi propio ultrasonido,
detectando el banquete de aromas
al que te sintonizo…
Al desplazarse el manantial de tu verbo,
como semilla flotante
me cubre con sus distancias y velocidades
y me hago reflejo secuencial
sólo para, desde tu mirar, propagarme…
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