¡Ábrete!
Permíteme
esta marca sublime;
borrar, cabal, tu repertorio
y hacer que mi canción ilumine tu habitación;
que te crezca el caudal del alma
y desbordarte los ojos;
distraerte del tiempo
con encajes de luz a llamaradas…
Así, puro y cortés, el gesto,
ruede por tu ánimo,
como el ruedo continuo del río,
aprendiendo la ruta hacia lo inmenso
o la órbita de dos estrellas danzantes
en absorción aguda;
habitarte, imborrable, la memoria
como el revoloteo de un colibrí,
derrapando su tornasol por el silencio;
burbuja de plata,
reflejo unánime…
No hay comentarios:
Publicar un comentario