Desentraño, de mi pecho,
una avalancha sensitiva;
me alzo hasta lo alto de la noche
en una experiencia que me sublima;
estampados de mágicas texturas
aguijonean mi visión;
y la agitación origina los esbozos de un verso…
Un canto universal se despliega,
como arcana arquitectura
y, con los signos del silencio arrebatado,
paladeo la totalidad de su efusión,
impregnada en lo difuso…
De las nervaduras, crecen cúpulas y puentes;
la neurosis vigilante se sorprende
y la violencia de lo ignoto
me apresura,
desvistiendo los impulsos…
La lucidez se enarbola ante mis ojos;
el arrebato de la luz absorbe mis sentidos
y armoniza mi alma…
Me atañe librar el hambre de tus mariposas;
inundarte de este manantial de belleza,
avasallante catedral de colores
que se extiende, sin obstáculos,
a través de mi lengua;
pulir el asombro,
sembrando la apoteosis de lo creado;
manifestación encadenada a esta vigilia
que, al despegarse de la materia,
revueltas las sienes,
reparte un estruendo cósmico
entre tu boca y mi palabra…
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