en el crisol infinito del alma;
derretidos,
saboreamos el candor de la aleación,
alquimia sagrada…
Meticulosos,
nos desnudamos pieles y planos
en un juego mortal
que nos cambia de rieles
para hacernos saltar la distancia
y encontrarnos en el intervalo celeste,
donde me impartes la hondura
a lo largo de tu cuerda…
Me estiro
y consigo lo armónico que me puebla;
me suelto
y, en vuelo, con tus ojos,
una fusión perfecta desglosa mis palabras;
ola brillosa que logra ajustarse los suspiros…
La esencia de tu encanto, prevalece
en el fondo tenaz que, encendido,
satisface nuestra historia;
retículo cristalino
que alberga todo lo mío, sin enfundar…
El fuego primordial
nos funde al álgebra de las estrellas,
cuando me resuelve tu ecuación cósmica
y rueda la constante
que me sitúa sobre suelos gravitatorios
en el silencioso corazón de tu nebulosa…
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