Puedo ejercitar, en tu boca,
lo sagrado de las formas geométricas;
determinar
cuánto silencio te habita
al incorporarme en los torbellinos abstractos
que crea tu lengua…
Con entereza
saborear tus sueños,
sus entrantes niveles;
hundirme en el intervalo que enseñas
al descomponer los latidos;
atisbarte sin otra pretensión
que tu canto ondulado…
Mar de labios
preparados para asediar la melopeya
que me deja tu intensión vibrando;
regada por miles de posibilidades,
cuyo enfoque impulsivo de intenciones
me moja y quema…
Aludes el pecado,
mientras, al colapso de la temeridad,
se desprenden los placeres enormes que inhalo
con ecléctico arrebato…
Elocuencia
que no me priva de tu encanto,
coleccionando espasmos y escalofríos
con el tímido y preambular balbuceo del roce,
antes del estallido…
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