Habituada a distraer tu mirar,
par de joyas vivas que me revelan
que eres un creador de sueños,
me hago al eco interminable de su luminosidad
y brillo, mientras me recorres,
desde lejos…
Me acercas a tu anatomía
y voy encendiendo las esporas babeantes
que flotan dentro de una coreografía
de la que me agarro,
deseosa,
en verdor de arrebatos…
Doy voces al viento,
haciendo fruncir la sombra
y concentro mi energía
y conjugo, con las tuyas,
mis ganas…
Me das a probar de la fruta
de tu lengua excitada,
llamándome,
mientras el cielo convulso se desploma
en tu aposento,
donde las mechas del aire
pendulan de tanto gotear sensaciones,
cavando el silencio,
extrayendo el nimbo de las almas,
para incendiarte la noche,
santificándonos los cuerpos…
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