Entre la luz y tu lengua,
hierve el fuego inalterable de un enigma;
caen tus brazos líquidos por mi cuerpo
para abrasarme,
asediarme
y ascendida,
como vapor sonrosado,
darme cuenta
que no somos, sino arreboles;
hormonas del tacto
en la armonía de un cielo,
en insólito deleite
que sugiere instantes de seda;
ofrenda de carnes latentes
incendiándose,
como un desvelo de plumas,
regando poetas…
Magma de letras,
soltando lo que nos habita:
Amor sangrante,
bullendo en un poema…
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