Traes la luz acaparando un mensaje;
alumbrándome;
dándome vida,
desentrañando mis pulsiones,
confinando entre tus labios mi poesía…
En tu suelo astronómico,
veo enarbolarse todo un enjambre de brillos;
puedo apreciar
la multiplicidad de tus suelos;
el misterio de ser, en tu ojos;
beberlos,
a la vez, que se desplazan,
mirándome;
creándome…
Me conviertes en un pájaro de plata;
un corcel con alas,
pincelándote el silencio…
Y te muerdo las palabras,
haciéndote temblar de deleite…
No me suelto,
no me sueltes
que gimen los cielos su azul oscuro
al conciliar, con el tuyo, mi deseo;
compone resonancias
que despiertan la telepatía del alma,
abriendo accesos impensados…
Pausados,
en una embriaguez absoluta;
flotando en un ritual de pieles;
conjunción espiritual,
chasquido de gozo,
habitándonos para siempre…
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