La persistencia de tus ojos
me desarma;
me hace perder el control,
al degustar su sabia iteración,
labrándose en mi alma;
congruencia y sincronicidad,
volviéndose balanceo,
sin prisa
y, medio desnuda,
mi saliva se inflama,
encajando su multiplicidad
en un vocabulario de fractales
que me hace soplar vendavales metronómicos
que nunca escapan de la fascinación
de tu ritmo;
coordinación que rompe las líneas,
determinando diales de nuevos receptores;
ríos de química natural
abriéndose ruta en los terrenos del goce;
de una acústica bioluminiscente,
transformadora de las mentes
y que, en su núcleo, me reconoce…
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