Se tambalean los carmesíes
hasta que, alevosa, tu lengua
me alberga en su aposento,
como un torrente de electricidad emotiva
que motiva los circuitos de la luz;
artífice de un chorro azul
que desborda los barrancos de mi silencio…
Se expande mi sentir,
prueba fehaciente de que el amor
busca encumbrarse sobre suelos precarios;
me haces percibir su reverberación,
voz de lágrima,
cayendo con la auténtica dispersión del arrebato…
La colisión con tu efluvio fecunda, en mi alma,
el corpúsculo sagrado;
molécula elemental
que te expreso, sin pensarlo,
como chispa brotada de tu profundidad…
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