directa a tus ojos,
porque me das hambre
y acercarme a tu guarida nocturna se hace urgencia;
morderte la parte que me recuerda
que no me rige lo estático,
más bien lo itinerante en tu sola dirección…
Viajera de tu mundo,
me muevo para romper el tiempo
en una travesía, tierra adentro,
que me conduce por tus líneas subterráneas,
entre el polvo de diamantes
y los temblores que me absorben
con su calor…
No me basta crear lo inimaginable,
ni siquiera el colapso de una nebulosa,
cuyos trascendentales nacimientos
formulan patrones que me ciñen
al júbilo de tu lengua,
no me sirven
para plasmar el impacto de tus ondas invisibles,
en perfecta sintonía con mi garganta…
Me abraza la palabra viva;
el vocabulario del alma;
me penetra su brillo
y explota un sol azul entre los labios,
mientras me besas
y nos ampara lo recíproco…
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