Me gusta
atravesar el cristal oscuro
que nos conecta;
incendiarte el alma con la mía,
mientras me lees los sueños;
reaccionar a tu sonrisa;
seguirte la pista,
desde lo sugerido;
comentar cada fricción que te une al ámbito esencial
que compartes sin filtro;
descifrar lo que estas pensando
y, aún sintiéndolo,
cometer el acierto de difundirme en tu lengua;
caer directo hasta tus dedos,
fotografiar tu estado
y, en el escenario audiovisual,
crear la historia en primera persona
para ser tu evento más visitado…
Insisto en etiquetar tu silencio;
inducirte al coma;
a la abstracción completa;
servirte de mi boca lo diferente;
descargarte todo el almíbar que escurro
de los anuncios que emergen al pensarte,
anulando toda búsqueda
que desbarate las corrientes del abismo;
rendirme al caos de tu irreverencia;
abrir la sesión del infinito...
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