Juntan tus ojos
la máxima expresión del universo;
abres sus canales áureos
para desplazarte desde mi lengua
hasta mi alma,
arrancando todos los camuflajes…
Me tientas a desnudarme;
a desvestir mis pétalos sagrados,
selenita que transita en franco desapego…
Atraviesas las rendijas,
como arcoíris acuático
y te permites doblar el nivel del aire
con tu preciada e inaudita resonancia;
a merced de tu silencio
se erizan mis sensibilidades,
que trazan y engrosan
las rarezas sutiles donde florezco…
Nos brindamos entre copas
y, anegada de euforia, al entrelazarnos,
broto en tus jardines de lluvia,
mientras presionas mi luz contra tu aliento
y la distracción me asegura
tu abismal despeñadero…
Tu mirada pura me sacude
y, abatida la sombra,
por tu atuendo pectoral,
incurre, atemporal
y se transforma
en el linde que se entrega
en aras de tu victoria…
Tus océanos de gozo, me hacen suspirar
y confronto las impresiones consecuentes
con la potestad que me confiere
ser tu poema, tu prosa, tu inmortalidad…
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