Ceñida a la búsqueda del tiempo indefinido,
exprimo el instante,
cuando el color se libera
y cientos de estrellas, en el aire,
imantan mi esencia;
fascinación a raudales;
luz, surcando el sacrificio…
Su melodía inconclusa
concuerda con mis cuerdas oscuras;
para ser, contigo, aullido eléctrico
artero,
atravesando mi cabeza,
cayendo, inhiesto, sobre el pecho;
inhibiendo lo tangible
con su llanto de oro…
Llegas y me derrito;
me consigues, hecha ungüento;
óleo medicinal;
siente su efecto…
Diáfana, me vuelvo,
transparencia;
implacable gusto
de tus ojos y tu lengua…
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