Sé desmalezarte la lengua;
hacerte la magia
para que me concedas tu silencio,
mientras la geometría sagrada
nos ve acompasando el trapecio;
sofocando el letargo
y, como perlas de luz,
sobre rieles turbulentos,
irradiar la potencia del sentir profundo;
la intensidad
que nos mantiene clausurando la indiferencia;
abrillantando la sombra…
Me tocas
con debutante embeleso
y, a priori, me auguro derretida en tu boca;
labrando amplitud y frecuencia,
como angelical privilegio…
Interesante, planear en tus alturas;
llenar de afrodisiacas texturas
todos tus gestos
y, cuando tu reacción emule todo lo que siento,
sembrarme en la función natural
que ha de transformar los tejidos
en componentes gentiles
que irriguen, con sigilo,
esta rompiente de juegos eléctricos…
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