Cierras los ojos
y se ausenta el mundo de mi perspectiva;
me muerdes el alma,
hasta que mis dedos finos
tejen masajes
para apaciguar esta magia efusiva,
que de ti, se rebalsa…
Germen telúrico,
debajo del silencio,
mostrándose,
como un fondo de néctar fonético,
cuyas pegajosas melodías,
saborean mi lengua…
Por aquello de avivar aleteos
que incendien el vacío,
me arrojo,
como óptima ojiva
que escoge tu orografía para estallar;
tu ausencia transitoria
queda escrita en mis líneas
y, a la par,
me otorgas medalla de oro,
cuando el mercurio derretido en el círculo
donde avanzan, demenciales, los antojos,
revueltas las horas
por el inviolable presagio de hacerte mío,
me regresa tu boca…
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