La sincronía nos conspira
con su ritual de estrellas,
incontrolable manifestación de perfección;
maleficio de senderos circulares…
Tú, hechicero,
me acercas a ti
con maullidos de luz y fuego;
caracol de fluorescencias
que intercambia las señales…
Saltan
tus ojos,
a mansalva,
sobre mí,
pócimas de amor
y me estremezco,
porque juegan las niñas con los soles encantados…
Esta fuerza de atracción
nos denota, irradiados;
nos invade
y me anotas en tu costado
con un símbolo secreto que me atrapa;
abrazo, con todo mi ser,
todo tu ser,
siendo razón y fuga;
complemento pleno, sin falla…
Nos queda tan bien
mezclarnos,
transcender la lógica implantada;
faltarle el respeto al tiempo,
aplastar su ironía de cristal y arena…
Me arrancan tus dedos una parte del alma
y lo mismo la mía
que retoza en el silencio conseguido
desde que te amo y me amas…
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