Me das cuenta de tu origen
y te leo en los ojos
lo que rige tu historia;
acusas tanta belleza acumulada
que elongan sus transparencias
para seducirme,
poco a poco…
Mi boca,
estrechándose al principal sustento de tu alma,
reluce ante lo sutil
del bombardeo que acorta la brecha
entre mi lengua y tus palabras…
Pregón del sol,
copioso,
que late en las profundidades del silencio;
ubicación cósmica,
sin coordenadas,
situándome en el centro de tu atención;
vuelo intensivo a mi alrededor,
cuyo eclipsante relámpago
se nutre de auroras,
soñando el cielo movedizo
por ver arder la sombra…
Me empuja tu dulzor, irradiando mi piel,
manando colores espaciales;
reflexión del agua
que me ve aparecer
en un extremo de tu envoltura,
fundiéndome a versos
con avezada torsión,
resguardando la textura
en la resistente vibración
que nos expande y trasunta…
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