Descorchar el silencio
y empinarnos uno al otro;
qué brutal internación desde los ojos;
en secreto,
determinarnos recíprocos,
“nuestrísimos”;
llevarnos la luz a la sombra,
bajo un dosel de brillos
y descolgar nebulosas
de los confines del cosmos…
Eres mi causa encontrada;
la carne licantrópica de mi melancolía;
la que exacerba todas mis ansias
latentes…
Mis dedos se extravían
en un aleteo musical
que mueve el aire entre sus formas
y lo espiritual
extirpa el trazo moribundo;
calcula los números al vacío
para deconstruir cada ecuación,
abrillantando lo inmaterial
en la pura y orgánica polaridad
que nos complementa…
La voz del universo,
cantándonos al oído
su poesía de las estrellas…
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