Me nace componerte un silencio;
una fantasía sustanciosa
que incendie el pináculo de tus sueños;
un deslumbre
que te impregne los sentidos;
un viaje a las cumbres ignotas
que te revistan de luces, el alma…
La melodía llega hasta mis dedos,
despacito,
y voy ondulando las sílabas;
completando palabras
con la dulzura que sé que te seduce;
abrigando los bordes de la luz,
propagándome en ti,
como proteína sagrada…
Voy a entumir la neblina
y arrasarla,
justo cuando alcance tu escalofrío
y mi voz encienda tu fogata…
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