Tengo un amor desbocado
que sigo poniendo en tu boca;
en tu pecho;
en tu mente;
un resplandor dinámico
que me abarca el alma
y, a través de tu mirada,
alimento…
Vuelves cada noche
y al sigilo de tu cercanía,
manan giros reveladores
que me confían tu deseo…
Desencadenante resulta darme de a poco,
sin recelo;
insoportable a tu orgullo…
Hechizada, transita tu lengua,
triturando lo inerte;
parece ser que tiendes, últimamente,
a iluminar tus acordes con mis partituras…
Y yo, feliz,
te miro despertar
desde lo alto
y más alto refugio el aleteo
que me perpetúa en tu retórica,
creando un puente en el tiempo…
Colorean, mis textos, tus sienes;
tu sonido
me entrelaza;
me enraíza en tus pulsiones más puras;
la fuerza de mi espíritu se consagra
y suceden, en plena desembocadura,
los céfiros que palpan tus ondulatorios precipicios…
No hay comentarios:
Publicar un comentario