Como dardos resplandecientes,
penetrando los tejidos del cosmos,
las melodías de tu lengua
se enroscan a mi pulso;
son estigmas de brillo generoso,
dándome razón para creer
en la formidable manera
de mantener en vilo la sensación…
Encendidas mis palabras,
artesana serena,
forjo el fruto de la eclosión
que sigue moviéndose en tu nombre,
quemándome;
la fascinación descarrila todas mis convicciones
y es hierba electrizante
que germina en mi interior;
masas aéreas que se despliegan oxigenando
el vergel de mi noche,
con acústicas notables
que rompen mi piel,
en un trémulo gemido;
silencio en resplandores,
mientras me crezco contigo…
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