Mi gusto está escrito en tu lengua;
rebeldía pura,
hecha de una magia
que me engatusa con su movimiento impredecible;
enamorada de ese estallido
que imprime, en mi alma, sus acentos,
te abro las palabras,
como inmortal acertijo
y me siembro en ti;
al plañir de hierbas subterráneas,
a punto de noche…
Se abstrae el horizonte,
impreciso,
unificando razones para quedarme…
Los pasajes astronómicos inundan el gesto,
lo platean
y comprendo
que me atavían tus dedos,
como anillos de cristal…
Viajo sobre su tacto familiar
ante desplome de oquedades
por subestimar este giro evolutivo;
estético laberinto sin principio ni final
y cuya ilógica variable,
ilustra el libro del tiempo
y su eternidad…
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