Lisa y llanamente,
me asalta tu gesto afectuoso,
cuando abres y entras,
como las uñas del cosmos,
arañando la oscuridad
que me define en su misterio…
Una piedra preciosa,
la declamación
que te exhibe,
sin declive,
ajustando a mi lengua
su despliegue multitudinario…
Ruedo la realidad,
vertida en el caminar solitario
y altisonante del silencio;
me adoso al conteo intuitivo
que alberga la perfección
más susceptible de traspasar
las barreras que me apartan
de tus percepciones…
Sabiendo lo que mi cuerpo sabe,
pones la trampa igual
y sigo,
sintiendo la sofisticación
al tramar mi captura;
conspirando con lo ignoto
para conseguirlo…
Y qué difícil,
sin duda,
cernir estos versos
que me trae tu soplo
agarrado,
como un imán de aventuras…
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