Sin apiadarte,
me apartas de los ojos
todo lo que me señala,
como tu placer culpable;
lo que corresponde
mínimamente,
a dar luz verde a la cercanía
y su intransigencia…
Te irrita
la persistencia
que mantiene, imperturbable,
la perversión del colapso
al rozar tus sentidos;
ese leve contacto con tu piel
al agasajarte…
Qué magnífico
vencer la expectativa
y permanecer aislados de la realidad
por un lapso indefinido…
Poder perder la cabeza
bajo la luz mojada,
donde se topan los silencios;
donde se encarnan
la fruición de la sedosidad
y el descaro;
donde desnudo tus ganas locas
de retratar el sentimiento
sin poder manejarlo…
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