Te convidas
y me convido;
prolongamos el diafragma,
a coro,
creando un lugar en común
para ataviarnos del salvajismo
y pender del sueño loco
de fusionarnos,
trastocando
los sentidos;
los pensamientos;
con todas las ganas de comernos el mundo…
Tengo por seguro
el desenfado del silencio;
a mi favor,
tus ganas excesivas
de manejar los vehículos de la luz,
apenas me desespero
por conectarme a tu lengua
y quitarte el aire…
Tienes que
mirarme,
creciendo en tus manos, ilimitada;
contemplar mi expresión,
cuando vas sembrándote entre mis labios
y, atándose,
con fuerza, mis ganas,
a la satisfacción inacabable que le provocas…
Proclamarte autor de la victoria
al mimar el silencio
y minar la reacción química
y en cadena
que se asegura dejar expuesto
cómo me hago de ti
y tú de mí
en exquisita complacencia…
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