Movido
por la literatura de mi aliento;
por el alcance de su logro
y el sustento libertario
que pongo en tu boca,
accedes a validarme
y obtengo la ofrenda mejor evaluada
de tu crepusculario…
Mis aguas combaten los saltos
de tu extensión abrumadora
y celebro ejecutar su valía,
mientras hago
silencio…
Y el amor,
contigo…
Y del sueño,
una real sinfonía,
porque acampo en el ambiente
de esa palabra vista
pero dicha de forma diferente
a lo anterior…
Mi espalda y tu abrigo
se contienen
de manera que son la base
de todas las estrellas;
avance para la nueva era
apartada de ti y de mí…
Arremolinados los cuerpos,
a medida de que encauzan la sujeción,
logran impregnarse
al recoger el deseo desvanecido,
pudiendo sentir, también,
su prolongación…
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