capaces de atravesar los sueños,
estiran mi luz con la excentricidad
que excede la tensión
y sortea la incidencia inequívoca
de arraigarnos en el otro…
La funda del precipicio
atrapa, en el fondo, todos los matices
con el sabor inconfundible de tu silencio…
Los días y noches
y sus confrontaciones,
son ecos febriles
del fulgor que desea encontrarse
con tu cuerpo;
eclipses que dibujan
el lirismo de tus manos en el mío,
rimándose con voz ardiente…
Entonces, comprendo,
el sentido de aproximarse
al corazón del cosmos;
la inmensidad de lo que se apresa,
insistentemente,
entre nosotros…
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