Tu lengua magnética
me complica las cosas,
cuando hace de lo suyo
en cuanto confusión se trata…
Me atrapa
y mantiene, intacta,
en mi cabeza, su atracción
y me dejo llevar,
sin omisión,
por la turbulencia de la luz;
por el rio hipersónico
con el que, en más de una ocasión,
mueves el eje de mi existencia…
De ella me aprendo,
rotatoria,
cuando tocas la hondura
de mi descalabro
y me traslado por la espiral
que dibujas con la boca…
Habitas mis hemisferios
y eres
un sólo continente,
conmigo dentro;
atril de mis voluntades
cada noche…
Me comen las ganas
de
asistir a la exposición soberbia
de lo que sientes
al navegar mi universo;
esporádica, al menos,
capturar lo que estoy perdiendo
frente a toda esa claridad energética
que me impide encontrar
a quién culpar
por lo que queda…
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