Práctica Redentora

Estirarme en tus brazos,
salida de mi propia corporalidad;
acaparar tu registro sensual,
sumida en el arte
de tus movimientos,
me otorga un instante de placer
jamás experimentado…

Tus detalles exquisitos denotan
tu capacidad de volverte influencia,
mientras la eufonía se mueve
a través de tu piel
y libera la emoción,
incentivando trasvasar el voltaje
hacia la fuente interior del silencio,
rompiendo las formas;
rellenando el aire
con jadeos de dulzura…

Me reconozco en cohesión
con la esbeltez
de esa escultura poética
que proyecta la intensidad de tus ojos
sobre lo que toca…

Y, suelto el arrojo de mi complexión,
me guardo,
envuelta en tus dedos
que no paran de danzar,
ultimando el sosiego de mi carne…

Te asientas
en mi revuelo,
prospectivo;
en el aspecto de la euforia,
desatando los planes asustadizos
para acabar,
empujando sus rayos de fuego,
como la rama inmortal
en el árbol del infinito…