Cuervos y Luciérnagas

Desde mi oscuridad,
consigo la evasión de tus controles;
pones a prueba mi astucia
e incurro, invicta, en la falta…

Es que me devoran
tus psíquicas bondades
y la atmósfera
me declara afortunada,
cuando, el color dilatado,
dibuja una estela con mi nombre
y me atrae a tu lado…

Me percibes,
como el rocío del sueño;
como el extracto celestial de la noche,
goteando la constancia
que me repite en tus ojos serenos…

Aparece el goce de constatar
que sólo mi vuelo te alcanza
y adquiere relevancia
que tengas atada mi mente
a la sonoridad
que haces resbalar por mis labios…

Tu contorno me apuñala
y escoges mi lengua,
como un sendero al paraíso,
mientras lames la exquisita sensación
de tocar el infinito,
sabiéndome dentro de él…

Y sin decir palabra,
con una nota en la pupila,
compones lo prohibido
de la razón humana,
también…