viernes, 21 de enero de 2022

Impelente

Cada lapso vuelvo
y colapso de soles tu ventana
y te creo cuando me cuentas
que, cuando menos te lo esperas,
te creo una aldea de mariposas áureas
en los ojos;
en la lengua,
porque así es como te voy amando…

Me muero por sorprenderte,
cada tanto;
permear el escenario naciente
que me ha visto dilucidar los enigmas del alma;
abrir el telón de los sueños
y desbordarlo de luz
con mi elenco de astros;
sobre la tarima interestelar,
cohesionar tu energía revolucionada,
coreando su compás inasible,
arrasándome,
sin escapatoria;
a tu lado,
inclinando la pluralidad del ensueño;
su interior constelado,
espoleando lo abrupto;
enzarzándose con el tiempo
en un ciclón infinito…

Veo el sencillo deslizar de las nubes,
incorporándose;
estirarse
y combarse;
imbuirme el pretexto para verme salir
de entre tus brazos, radiante…

Lanzo las tablas de mi libertad
y comprendo el significado
de arribar a buen puerto;
lo esculpo,
lo amamanto;
entero contigo la corriente de sangres eléctricas,
reluciendo en una estampida de pájaros;
un cántaro gimiente,
deslumbrando la escena,
rompiendo el sonido;
descargando el vacío hasta los huesos
en inevitable predominancia;
pavesas de plata, atravesando el silencio
en clave de luna,
posición estratégica de cada palabra…

Juro que este amor acude, soltando amarras,
librando azotes reflexivos,
que consolido
cuando vas creando conmigo
significados invencibles;
el río y su tenaz cataclismo
me traslada al lugar en que sólo tú y yo coincidimos…

 

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