En calma,
inhalo tu resplandor errabundo,
consciente
de que las ondas fluyen
y fluyo con ellas,
como si fuera presa de un hechizo…
No te resisto
y, en agrado,
tararea mi mente
un hilo de luz conciliadora
que me conduce a tu encuentro…
La ingravidez me compromete,
hasta que expulso la ansiedad
y mi respiración te convoca,
reposada…
Me gusta
inspirar a tu tacto;
sostener el clima adecuado
para compartir,
contigo,
el alma y algo más…
Conjuro al universo
para sellar en tus labios
mis palabras
y que sea el rezo de mi cuerpo,
cada línea, almacenando
la posibilidad...
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