Atisbo esa luz secreta
que ignora,
permanentemente,
los efectos que produce
trasladar los vestigios
de una oscuridad en llamas…
Admito
que me invade,
sin intimidar;
que me conduce a tu lado,
mientras tu alma sugiere lo próximo
y propongo
sentir el fuego mágico
en el ámbito de la intimidad…
Resplandece la espuma
del vaivén que la transforma
en una canción sin nombre,
bañando la inocencia de mis ojos
con lo que representas…
Sembrada
en el extremo de esta lengua
que te advierte y se expone
detrás un sello de plata,
descargando un nuevo propósito…
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