De vez en vez,
la piel ignota del silencio
alarga su tacto
y memorizo,
infinitamente,
lo que leo de sus labios…
Me ves,
interceptando
el vuelo nocturno
de tu alma;
interpretándolo,
cuando me abre los ojos
para soñar,
mientras va dando tumbos
la oportunidad
por las ranuras de lo indecible…
Con desesperación,
me está soñando la luna,
cuando la escoges
para decirme que soy
tu muy amada…
Me está llamando la noche,
mientras tú,
tan perturbador,
me sigues para demandar
fundirte a mi corazón
y subirte a su estela azulada…
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